sábado, 12 de abril de 2014

Tartalari Tardá - Personaje PATAN



Cuando la prensa se hizo eco de la aparición de una manada de jabalíes en Collblanc, no nos llevamos una sorpresa. No en vano, y hace mucho más tiempo, Joan Tardá, el tartalari Tardá, echó los colmillos en política en la localidad de Cornellá, más alejada aún del parque de Collcerola, hábitat natural de esas bestezuelas asilvestradas tan apreciadas en la cocina, particularmente por los refinados paladares de Asterix y Obelix.

No insinuamos que Tardá sea un jabalí, que, bien mirado y ataviado con un taparrabos de leopardo, encajaría de fábula como figurante en una peli de trogloditas o de caníbales, pero de aventurar similitudes zoológicas esa especie sería sin duda su tótem animal (como el león lo es de los jugadores del Athletic de Bilbao) por lo que gusta el diputado de ERC de hozar a sus anchas en el humus y por sus enérgicas embestidas contra todo lo que se menea que le recuerde a España. Se trata de una prosopopeya inversa, un tropo del lenguaje. Cuando decimos mi perrito está pensativo emitimos, aún sin saberlo, una prosopopeya, pues proyectamos sobre la mascota una conducta propia, con matices, de la especie humana e impropia de la suya. El perrito no debería molestarse por esa humanización, ni Tardá por animalización tan inofensiva, pues en el fondo es un recurso metafórico del discurso, como metafórico, entendemos, fue su llamamiento en un incendiario mitin (incendiario por las antorchas presentes) a asesinar al Borbón.

Tardá cultiva, ocasionalmente, su vis cómica, por lo que es un sólido candidato a ingresar en este ya extenso listado de patanes aborígenes. Prueba de ello fue el video que grabó junto a un diputado pro-etarra atizándose tartazos mutuamente, como en una de esas pelis mudas del Gordo y el Flaco, para burlarse de la agresión que sufriera Yolanda Barcina, presidenta de Navarra, a cuenta del trazado del AVE En ese gag de un humorismo de trazo grueso, no muy elaborado, el partenaire de Tardá, el bilduta, demostró que es capaz de manejarse en ámbitos de la oratoria distintos al del tiro en la nuca para comunicarse con la humanal estirpe. Que Tardá se siente más cómodo en semejante registro, el de la bufonada circense, no nos cabe duda, y prefiere, suponemos, los tartazos a los tortazos y a las pistolas. 

Con todo, Tardá afirmó un día en una comisión parlamentaria que, según le habían dicho reputados sociólogos, si no se atendían las reivindicaciones soberanistas de una parte de la sociedad catalana, la frustración podría generar incidentes violentos y verter ríos de sangre… No sabemos si Tardá se inventó a esos personajes para dar credibilidad a su advertencia, o si por personaje interpuesto, los expertos en cuestión, apuntaba una tesis propia, acaso una apuesta personal. Que le gusta dar tartazos es evidente… pero cuando uno se obstina en incubar el huevo de la serpiente, no se sabe nunca qué alimaña romperá la cáscara. Lo que es seguro es que no traerá una tarta bajo el brazo.

Patanes sin fronteras se disculpa ante TARDÀ:  Nos disculpamos ante el señor Tardá por la imperdonable tardanza en incluirle en esta sección cuando le adornan sobrados méritos para haberlo hecho mucho antes y en lugar destacado, sólo que nuestros limitados medios humanos y materiales lo han impedido… hay tantos patanes en espera…  

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