domingo, 7 de diciembre de 2014

Personaje Patán Rafael Ribó: síndico-patán

Ribó es el prototipo atildado de tonto útil al servicio del régimen (categoría acuñada por Willi Münzenberg, el agente más activo del estalinismo entre la intelectualidad europea de los años 30 del pasado siglo)

Cada día es más complicado decidirse por un patán al que dedicar unas líneas. Los patanes aborígenes forman legión y la competencia es cerrada. El virus ATCV-1, presente en las algas verdes, y de efecto atontolinante, ha encontrado por estas latitudes un terreno abonado para su transmisión masiva. Aunque los rivales son numerosos, a Rafael Ribó, el llamado Síndic de Greuges (el síndico de los agravios), le adornan virtudes sin cuento para alzarse con esta honorífica mención que premia una larga trayectoria de obediencia lacayuna al nacionalismo desde su militancia en la izquierda localista, cómplice y amaestrada.

Exquisito en sus maneras, Ribó es el prototipo atildado de tonto útil al servicio del régimen (categoría acuñada por Willi Münzenberg, el agente más activo del estalinismo entre la intelectualidad europea de los años 30 del pasado siglo). Durante muchos años fue la cabeza visible, ligeramente inclinada, sin duda por el peso de sus sesudas cavilaciones, de los llamados ecosocialistas, generoso vivero de patanes de toda condición… como la inolvidable pareja compuesta por Joan Saura, quien limpiaba las caquitas de su gatito mientras protegía a los okupas desde la consejería de Interior del gobierno tripartito,  e Inma Mayol, clienta vip de las boutiques de moda del Paseo de Gracia… las mismas que destrozaban los okupas en sus manis, o Raül (con diéresis) Romeva, nuestro admirado europatán, o el soporífero Joan Herrera, que pasó en unas horas de confesar que no votaría por falta de garantías en ese 9N verbenero, a hacerlo para castigar a Rajoy… y, en passant, besar ancilarmente el trasero de Artur Mas: a sus órdenes, ale-hop

Rafael Ribó, cuando dirigía el partido que hoy llamaríamos del SÍ, pero NO (la opción más tonta de todas, junto al NO, pero Sí, que también tuvo sus votos), ya sabía de las corruptelas de Pujol y su progenie, o eso dijo hace unas semanas nuestro síndico-patán. Parece que esa arcana sabiduría la compartía con otros preclaros ingenios, como Carod Rovira, que así lo ha afirmado en unas recientes declaraciones. Uno y otro callaron en su día y hablan hoy. Curiosamente, desde el espectro ideológico en donde habitan, se dice que la trama del clan Pujol, que al fin se cuela en los titulares de prensa, es un bulo, una torticera maniobra de los malvados mesetarios para torpedear el llamado proceso soberanista. Su argumento es chocante. Cuando, en apariencia, no había ningún proceso que torpedear, y conociendo de esos infames manejos, callaron ambos como putas.


El señor Ribó no acudió entonces a denunciar los hechos y a los agraviados de hoy a los que dice defender, según el pomposo cargo que ocupa, les escamoteó una información política y socialmente relevante. Quizá no se trate de complicidad en sentido estricto, y en sentido penal, pero sí de connivencia moral en la corrupción. El síndico, antes de serlo, agravió a los ciudadanos con su silencio de doméstico. Quizá sea esa afición por la servidumbre la cualidad que le valió el nombramiento. El síndico-patán Ribó, él mismo lo ha insinuado, ha ejercido de voluntarioso palanganero  en el lupanar de la corrupción nacionalista, con la debida discreción que tal oficio demanda. 

sábado, 25 de octubre de 2014

Personaje patán Gerard Piqué: waka-patán

El defensa del Barça, Gerard Piqué, se ha revelado, por sobrados méritos, como waka-patán laureado de la presente temporada de otoño-invierno. Acudió el 11-S a la famosa uve organizada por ANC y Ódium Cultural, porque, según sus palaras, es catalán. En su docta opinión, quien no asistiera al evento de escenografía norcoreana, uno de esos mosaicos gigantescos que hace las delicias del tiranuelo zampabollos de Kim Jong Un, no lo es. Waka-patán-Piqué repitió la cifra facilitada por la Guardia Urbana, a cuyos agentes vacila a causa de las multas de tráfico que imponen a su hermanito: casi dos millones de personas, incluido Milan, su retoño, al que llevó a caballito entre la multitud. Cifra que arroja una densidad nada desdeñable de 10 personas por metro cuadrado, a tenor de la superficie ocupada por los manifestantes.

Sacar a la calle a medio millón de personas para una población de siete millones y medio es algo colosal, pues no hay causa que a día de hoy reúna a tanta gente, lo que da una idea aproximada de la enorme capacidad de abducción de masas y de movilización del separatismo. Que los patanes forman compactas y adocenadas legiones milimétricamente encuadradas, es algo sabido. Pero waka-patán Piqué habría de realizar una prueba empírica con sus compañeros de vestuario: le bastaría pintar con una tiza un metro cuadrado en el suelo y meter a 10 de ellos dentro del perímetro acotado. De ese modo comprobaría si la cifra que da la Guardia Urbana, y que él repite como un loro, se ajusta a la realidad. Suponemos que Piqué sabe contar hasta 10, pues un futbolista aprueba la sencilla aritmética del balompié si sabe hacerlo hasta 11. Y Piqué no habría de tener dificultades para superar el examen, pues waka-rumores muy extendidos insinúan que, cliente asiduo de casinos, es un gran aficionado al póquer, muy capaz de contar los triunfos de las cartas y de ese modo ganar la mano y la timba.  

Para Piqué, átame esa mosca por el rabo, tener a Mas como dirigente es un lujo. Estamos de acuerdo si por lujo entiende cosa sobrante y superflua, pero no creemos que sea el caso. Mientras Piqué engendra a su prole, diciéndole al oído lindas cositas a su bella esposa, acaso en la maldita lengua del opresor, nos enteramos de que el club de sus amores maniobra para jugar la liga francesa si Cataluña proclama la independencia. Se daría el caso paradójico, si fuera el Barça invitado por las autoridades deportivas del país vecino, cosa que estaría por ver, que waka-patán Piqué ocupara plaza de extranjero no comunitario, él y cualquier otro futbolista de la plantilla que tuviera nacionalidad catalana, al quedar el nuevo Estado, y sus nacionales, fuera de los tratados de la Unión Europea. Piqué asistiría a la curiosa escena de ver a su Barça alinear contra el Girondins de Burdeos (o contra el Betis, si permaneciera en la liga española) a 9 jugadores franceses, irlandeses o españoles, y sólo a dos extranjeros, o no comunitarios, que es lo que permite la normativa UEFA. Por ejemplo a Neymar, brasileño, y a Luis Suárez, uruguayo, y él, mira tú qué cosa, chupando banquillo en el mismísimo Camp Nou, precisamente por su novísima condición de jugador foráneo. Sabría entonces lo que es sentirse extranjero en su propia casa.


Última hora: waka-patán Piqué no ha renunciado a jugar con la selección española. El pobre anda un pelín despistado. No es de extrañar habida cuenta de los turbadores caderazos que le dedica su despampanante señora en la intimidad.

domingo, 28 de septiembre de 2014

Andreu Buenafuente y Ángel Llácer: telepatanes

Los telepatanes Ángel Llácer, botarate de histrionismo desparramado,  y Andreu Buenafuente, forman una dupla temible al servicio del referéndum separatista. Ambos participan en un video promocional de la ANC, o de Ódium (Ómnium) Cultural, que lo mismo da, que da lo mismo, en pro de la consulta de marras, y se complementan a las mil maravillas: patán bueno/ patán malo. Integran esa extensa lista de famosillos, periodistas, cantantes, actores y deportistas catalanes que no tienen el menor empacho en decir una cosa en Madrid y la contraria en Barcelona. Creen que lo que aquí se dice, aquí se queda y no se sabe allí. Estos personajillos sospechan que si un día largaran lo mismo acá que allá, se les caería la pilila a trozos o sufrirían los devastadores efectos de una autocombustión espontánea, fulminante, y por eso tienen a la mano un doble discurso regido por coordenadas geográficas bien delimitadas.

No son pocos los nativos de la farándula que van a Madrid a trabajar en el mundo del cine, o en las teleseries de los canales generalistas, y hacen gala de simpatía, presumen de tener amigos en todas partes, son personas de amplios horizontes y marcan cierta distancia con las obsesiones identitarias dominantes en Cataluña. Es decir, van a ganar dinero a Madrid dejando en casa los ropajes del esencialismo tribal por no parecer paletos o demasiado apegados al terruño. Pero a la que regresan a casa y les ponen una alcachofa delante, se desviven por encajar sin estridencias en el paisaje hegemónico, sin salirse del guión. Y en esas tenemos a estos dos prodigiosos artistas del camuflaje.

Buenafuente dice, muy serio, y, milagro, sin imitar por una vez a Chiquito de la Calzada, que quiere una Cataluña valiente y digna que pueda votar el 9N. Llácer, vehemente y enrabietado, que quiere las urnas el 9N aunque sea para votar no. Aquí Llácer le gana a Buenafuente la partida del patanismo, todo hay que decirlo, y deviene el tonto útil por antonomasia, pero no porque mariposee por el plató berreando como un locuelo desorejado, o lo que sea que hace en los programas casposos y gilipollas en los que interviene, sino porque quienes nos oponemos a la verbena separatista, lo último que haremos el día de autos es ir a votar, ni que sea que no, nulo o en blanco. Pues cada voto emitido legitimaría esa consulta ilegal y disparatada.
Los organizadores de la estafa quieren en el escrutinio entre un 15 y un 20 por ciento de votos negativos para darle marchamo de autenticidad y que de ese modo no parezca una votación a la búlgara con un 99’99% de síes. Por lo tanto, en este supuesto, son más dañinos quienes, a resultas del reparto de papeles en la función, piden el no, pero votando, que aquellos que piden el voto afirmativo, el doble voto afirmativo, claro es, pues son dos, no una, las preguntas elegidas. Algún zote despistado le hará caso a Llácer, morderá el anzuelo y acabará plantándose ante una urna reciclable y subirá la participación una diezmilésima de punto.  


Es el síndrome del AVE, o del puente aéreo: la estulticia de quita y pon. Llácer sigue la senda trazada por Loquillo, que devalúa su alias artístico y troca en Tontillo, eso sí, de dos metros de estatura, pues también quiere ir a votar para decir NO. 

miércoles, 27 de agosto de 2014

Jordi Pujol… en efigie - Personajes patanes



Jordi Pujol es el padre de la patria, de la Cataluña oficial como la entendemos hoy, unos más que otros… unos como partícipes activos y voluntariosos, imbuidos de su discurso y fieles a su magisterio, otros desde una profiláctica distancia, pero inmersos todos en las coordenadas que él diseñó, pues nadie vive aislado del escenario creado donde transcurre la vida diaria, por muchos anticuerpos que haya generado. La Cataluña del desafío separatista, del España nos roba, del tripartito amontillado, del 3 o del 4%, de TV Procés, de las multas a los rótulos en la malvada lengua, aunque oficial, de la inmersión monolingüe en la escuela, de los partidos y sindicatos ahormados bajo la divisa recurrente de la cohesión y construcción nacionales, de la sociedad amaestrada, abducida, acomplejada ante el nacionalismo obligatorio y su tergiversación incesante del lenguaje y de la Historia… es obra de Jordi Pujol i Soley. Esa Cataluña de epsilones, de patanes aborregados sin coraje, lucidez ni cataplines para decir que el virrey va desnudo. Esa Cataluña que confina a muchos de sus hijos al extrañamiento o a la condición de traidores porque no creen que Leonardo Da Vinci fuera de Vic, o que aprender Ciencias Naturales en español vaya a provocar un tsunami social o que al minuto siguiente de proclamarse la independencia el paro obrero se reducirá a la mitad. 

Albert Boadella, el enemigo público número uno, la bestia negra del régimen catalanista, hoy lo sabemos, trazó un retrato lisonjero, amable, de Jordi Pujol en Ubú Rey y Ubú Presidente. Se quedó cortó. La realidad, como tantas veces, supera la ficción alegórica. El original era mucho peor que la caricatura urdida por el dramaturgo. Ya tocaba dedicar un espacio destacado en nuestra galería de patanes ilustres al artífice de todo el tinglado. Pero este comentario no honra al Jordi Pujol de carne y hueso, que un día no muy lejano, acaso en unos años morirá, salvo que burle o estafe a la muerte, extremo que no habría que descartar completamente, habida cuenta de su don natural para el timo y el fingimiento. Sino al broncíneo Jordi Pujol, manos a la espalda, meditabundo, aupado sobre cuatro pilares en Premiá de Dalt.

El bronce de la escultura erigida en su honor no obedece a una analogía con relación a su caradura, sino a la indestructible voluntad de permanencia, a su afán de trascender, de atravesar el devenir, tensado el arco, cual punta de una flecha disparada en aérea trayectoria. Jordi Pujol no abre los brazos como Mas en la cartelería electoral de CiU, à la façon de un Moisés impostado, de opereta, separando las aguas del Mar Rojo para facilitar la huida hacia la libertad del Pueblo Elegido, perseguido por las tropas del faraón, ni como una de esas estatuas colosales de los gerifaltes de la dinastía norcoreana que un día derribarán los bulldozers. Nuestro Jordi Pujol de bronce mira el suelo, tierra firme, sumido en sesudas cavilaciones. Nada ni nadie le distrae. Pero no piensa, como suponíamos, en nuestro futuro colectivo, ni en nuevas triquiñuelas para darnos la brasa a disidentes y discrepantes. Se desvaneció el misterio… en realidad calcula dónde carajo rendirá más intereses la pasta defraudada, si en la banca andorrana o en la suiza.
Esa estatua, erigida por el consistorio de Premiá, debería permanecer en pie por los siglos de los siglos para que su legado no caiga en el olvido, para que la desmemoria no sea el instrumento del parricidio ritual, freudiano. Y para que legiones enteras de patanes aborígenes no nos embromen mañana diciendo que nada tuvieron que ver con él.  

miércoles, 30 de julio de 2014

Xavier Sala i Martin - Personaje Patán



Con gran dolor de nuestros atribulados corazones, ponemos fin a la presencia del europatán Raül (con diéresis) Romeva, en esta galería de patanes ilustres, uno de sus más célebres inquilinos. Comoquiera que no es fácil llenar el hueco dejado por su marcha, presentamos aquí a otro prohombre de la patria cuya patanería trasciende nuestras fronteras. Nos referimos al eminente economista Xavier Sala i Martin. Hay que decir que, aunque su nacionalidad actual es la estadounidense, también es nuestro, pues nació en Cabrera de Mar en 1962, y no estamos dispuestos a cederlo a otros alegremente, sin batirnos por él a brazo partido. No en vano, Sala i Martin es un fervoroso paladín del desafío separatista capitaneado por Artur Mas. 

Nada impide que un gran arquitecto o un actor de fama internacional sean unos auténticos patanes en su vida privada y pública y se apunten a las causas más descerebradas. Los peores regímenes y las ideas más descabelladas han contado siempre con el respaldo de intelectuales y académicos de reconocido prestigio. En el caso de Sala i Martin, contrariamente a lo que pudiera parecer, su especialidad no es la moda, la exhibición de americanas de llamativos colorines, materia en la que rivaliza con el payaso de Micolor de los anuncios de la tele, sino la economía, en particular desde una perspectiva neoliberal que imparte con sus lecciones magistrales en la Universidad de Columbia.

Otros desempeños le adornan, como la tesorería del FC Barcelona que ocupó durante el mandato del ultranacionalista Jan Laporta (ultra a secas en sus años mozos, cuando desposó a la hija del presidente de la Fundación Francisco Franco), donde pudo aplicar sus extensos conocimientos macroeconómicos… aunque no parece que legara a su sucesor en el cargo unas cuentas especialmente saneadas. También ha sido Sala i Martin un admirador confeso y entusiasta de la gestión política, marcada por un acendrado liberalismo, de Esperanza Aguirre, cuando ésta presidía la Comunidad de Madrid, y no dudaba en fotografiarse a su lado constantemente.
Pero su gran aportación, y más reciente, a la omnipresente fiebre separatista ha consistido, además de en difundir con toda suerte de mentirijillas el bulo de las balanzas fiscales, más infladas que su propio ego, en equiparar públicamente a la ya princesa Leonor con Regan, la famosa niña de cabeza giratoria interpretada por Linda Blair en la excepcional y legendaria cinta de terror El Exorcista, todo un clásico del género.

Es sabido que el nacionalismo aborigen gusta de usar a menores de edad para difundir sus mensajes, para el adoctrinamiento intensivo en la escuela y a través de la programación infantil de las teles locales, en la misma medida que otros los usan como escudos humanos o para dar satisfacción a sus infames perversiones. El patán de Sala i Martin no ha encontrado mejor cauce para la fluencia de su odio y de su mala baba que meterse con una criatura de 8 años. Qué valiente…    

domingo, 13 de julio de 2014

Personaje patán Raül Romeva: europatán



Este comentario, dedicado a Raül Romeva, con diéresis en la “u”, es un homenaje a su brillante trayectoria. El eurodiputado saliente de ICV ha protagonizado melonadas soberbias, pero lo mejor que se puede decir de él es que su desempeño en la eurocámara ha mantenido una línea constante, sostenida, lo que denota esfuerzo y tenacidad. Romeva no es el patán estridente al uso. Nada que ver con alguno de los zafios especímenes que han figurado en esta galería. En sus modales contenidos, en su melifluo y empalagoso tono de voz, en sus llamamientos constantes a la paz y concordia universales, o en sus lentes de diseño de progre de manual, que compran todos los dirigentes de ICV en la misma óptica, se aprecia un estilo aseado que puede distraer al observador, si no anda avisado, de la atorrante bobería que esconde el personaje.

Ante Raül Romeva, nos quitamos el sombrero. Nacido en Madrid, pues los patanes, como los bilbaínos, nacen donde quieren, no ha tenido suficiente con cultivar su patanismo en clave doméstica y por esa razón marchó allende nuestras fronteras para exponer sus gazmoñerías a escala continental. Romeva ha trascendido los encorsetados márgenes de la patanería aborigen para ingresar en la casta selecta del eurobotarate, reservada a muy pocos. Recordaremos siempre, con nostalgia, el episodio sublime de su airada protesta por el sobrevuelo de la comarca del Ripollés de un par de caza-bombarderos del arma de Aviación. El interfecto puso el grito en el cielo. Aquello fue, bramó Romeva, un acto de guerra que daba pie a la enésima invasión española, esta vez celeste, del solar patrio. Tamaña provocación debía ser condenada sin ambages por la UE, y el agresor, España, expulsado sin miramientos de los foros internacionales.

Romeva responde al prototipo de tonto útil del nacionalismo. Fiel a las consignas de su partido, aplaude la quermés separatista promovida por CiU desde el poder regional. Antaño eran los comunistas quienes reclutaban para su causa, con dolo, mentirijillas y la excusa del pacifismo en la Europa de entreguerras, a intelectuales y artistas célebres, a quienes Múnzenberg (*), el principal agitador al servicio de Stalin, llamaba tontos útiles. Pero las cosas han cambiado, y aquí y ahora son la gente de izquierdas los tontos útiles del nacionalismo discriminador, y su coartada perfecta para publicitar la bondad y transversalidad social de sus maniobras y proyectos excluyentes.

Raül Romeva no repite eurolegislatura. Abandona su acta de eurobotarate. Es la hora del adiós y su marcha nos llena de consternación. Vendrán otros, es cosa segura, que nos darán días de gloria. Pero… ¿Llenarán el hueco que el europatán-Romeva deja en nuestros atribulados corazones?

(*) Ver El fin de la inocencia, de Stephen Koch. Tusquets Editores.

sábado, 14 de junio de 2014

Personajes Patanes Mayolas y Pugès: dos patanes al precio de uno



La competencia por figurar en nuestro listado de patanes es dura, cerrada. Muchos son los candidatos, esquivos al cálculo como la arena de la playa. Por esa razón cooptamos a dos de ellos en esta nueva entrega. Son Pep Mayolas, fistro-historiador catalanista adscrito a la escuela del inefable Jordi Bilbeny, y Pere Pugès, supuesto arquitecto con cargo relevante en la ANC, la entidad que dirige Carme Forcadell y que marca la agenda del gobierno separatista de Artur Mas y de nuestro Frente Nacional autóctono (partidos, sindicatos, medios de comunicación y entidades variopintas, todos ellos generosamente subvencionados). Los patanes, como las setas en otoño, proliferan de lo lindo.

Los méritos de Mayolas son incuestionables. Sostiene el interfecto que Erasmo de Rotterdam era, cómo no, catalán. Será porque el título de su ensayo más conocido, Elogio de la locura, es la mar de descriptivo y le va a la actualidad política local como anillo al dedo. Mayolas afirma que Erasmo fue hijo de Colón, átame esa mosca por el rabo. Nada menos que Hernando Colón (que en la intimidad se haría llamar Ferrán). No olvidemos que su guía espiritual, el bueno de Bilbeny, ya transitó esa misma senda al proclamar la catalanidad sin mácula (ocho apellidos catalanes) del conocido erróneamente por almirante genovés, que no zarpó de Palos, sino de la playa de Pals, en el Ampurdán.

Y de oca en ocaPere Pugès, que ocupa el cargo de Relaciones Públicas de la ANC, dice ser arquitecto aunque no está colegiado. Las finanzas siempre se le han dado de fábula, como ya demostró en su eficiente desempeño como tesorero del BEAN, que no del irrepetible Míster Bean, encarnado por el actor Rowan Atkinson, sino del Bloc d’Esquerres d’Alliberament Nacional, donde dejó un pufo considerable. Luego pasó al PSC de Sant Boi, partido del que conserva el carné, según ha declarado. Se le conoce una cierta, o mejor, incierta actividad empresarial en asesoría inmobiliaria, siendo requerido en reiteradas ocasiones por Hacienda porque su afán por la tributación legal y ordenada es francamente mejorable. Pugès, sin duda, es ese gran arquitecto, Gaudí a su lado un simple delineante, que reclama un reto de la enormidad de la construcció nacional de Catalunya. El edificio en sus manos es un fortín a prueba de terremotos.

Despacho de última hora.- Al dúo referenciado, no hay dos sin tres, se une para formar una terna soberbia, un triunvirato patánico excepcional, Víctor Cucurull, otro fistro-historiador, también de la ANC, refugio de patanes sobresalientes. Cucurull nos sorprende con un sensacional hallazgo: Teresa de Ávila no era abulense, sino catalana de socarrel, e Ignacio, fundador de los jesuitas, no era de Loyola, sino de Orihuela (provincia de Alicante y, por ende, de los así llamados Països Catalans). A buen seguro la santa del misticismo entraría en una suerte de éxtasis levitatorio si supiera de las extravagantes averiguaciones del personaje. En la ANC ya no caben más botarates. Carme Forcadell tiene un imán para atraerlos. ¿Quién da más? ¿Cuál será la próxima gansada?... Hagan sus patánicas apuestas…