sábado, 21 de septiembre de 2013

Personaje patán IX Poli Trapero: Jefe Wiggum.Cat



Trapero se apellida el Jefe de la Poli.Cat. Por sus declaraciones recientes podría parecer, no su apellido, sino su desempeño profesional. El jefe de los mossos, Trapero, es a un policía democrático lo que el Rénault-8 era al parque automovilístico de cuando algunos éramos niños: el coche más trapero de todos. El veredicto era indiscutible. Todos los críos estábamos de acuerdo. Ni siquiera el SIMCA 1.000 le superaba. Ese coche era una irrisión. Ahora nos chiflaría ver uno surcando el asfalto y nos llevaríamos esa alegría de cuando vemos circular un 850 Coupé, un R-4, un Citröen DS o Tiburón, o un R-12 rojo con raya blanca en medio de la carrocería imitando el mítico buga de Starsky & Hutch.
Trapero dice que, llegado el caso… (por caso se entiende una hipotética proclamación unilateral de independencia)… los mossos d’ Esquadra, con él al mando, se pondrían del lado de la Generalidad, no de la ley, sino de Artur Mas (Arturo como beneficiario de las cuentas bancarias de su difunto padre en Liechstenstein).
Con esas palabras Trapero despeja todas las incógnitas: no es un policía al servicio de la ciudadanía, de la sociedad, sino un poli de partido, un elemento uniformado de una agencia privada, esto es, un esbirro o mercenario al servicio del particular que le ha contratado, pero con la salvedad de que cobra su sueldo por cuenta del contribuyente. Digamos que la Constitución española que juró cumplir y hacer cumplir en su toma de posesión como funcionario se la pasará, si fuera menester, por el forro de sus caprichos. Lo dice claro y no engaña a nadie: no está aquí para proteger nuestras vidas y haciendas en el marco de la legalidad vigente, sino para obedecer la voz de su amo y sumarse a la asonada rupturista, si ésta llega.

El jefe Wiggum, jefe de la poli local de Springfield, ese personaje no demasiado lúcido de Los Simpson, cuando se salta la ley a la torera lo hace con una patanería innata que no desmerece la de Trapero, pero con gracia. La gracia de su casi imbecilidad clínica. Y nos divierte a todos. Trapero, no. Porque Trapero es real. Tiene, con su pistola al cinto y su radiocomando para dar órdenes, más peligro que un babuino del zoo con una Gillette en la mano.

Pero el patán de Trapero aún está a tiempo de rectificar. Si no lo hace en breve, PSF le emplazará a que entregue placa y pistola. No puede continuar como Jefe de Policía un individuo que proclama a voz en grito que no está aquí para defender los derechos y libertades de los ciudadanos, si no, llegado al caso, para violentarlos.

sábado, 7 de septiembre de 2013

Personaje patán VIII Jordi Bilbeny (¡Historiador!)



El señor Bilbeny lleva el más desatado patanismo aborigen a los eruditos salones de la Academia de Historia. Ése es su principal mérito: el desparpajo y el descacharre con que urde sus aventuradas conjeturas. Sobre su intuitiva cabeza desciende el divinal aflato de la musa Clío en forma de ojiva, de luminaria, y nos regala con sensacionales relatos fundamentados en pruebas endebles, pero imaginativas.



No en vano la Diputación de Gerona ha dotado el cenáculo donde el interfecto cultiva la más sublime sabiduría, el llamado Institut de Nova Història, con generosas subvenciones para dar gran aparato y marchamo oficial a un seminario celebrado en Crespià (a tiro de piedra de Bañolas), donde maravilló al auditorio, en su mayoría ganado para la causa y fácilmente impresionable, con la irrebatible formulación de la catalanidad sin mácula de Cristóbal Colón, Cristòfor Colom, que no partió rumbó a las Indias desde el cabo de Palos, como hasta la fecha nos hacían creer los malvados españoles, sino desde Pals… tras despedirse de los suyos con un cremat en la playa y entonando unas melancólicas habaneras. Magnífica afirmación a la que siguió otra, alusiva ésta, a la catalanidad de socarrel de don Miquel Servent, autor de El Quijote, es decir, El Quixot.



El señor Bilbeny, contrariamente a las críticas que ha recibido de los envidiosos, no está chifleta en sentido estricto, no es un outsider de la Historia nativa, un verso suelto, quiá… es el epígono, el heredero que empuña con auctoritas el renovado cetro de la tradición historiográfica particularista conectada al tardío romanticismo. A las abracadabrantes mistificaciones de la Renaixença, que, no lo olvidemos, componen el relato dominante, aquí y ahora, de la Historia localista entre nuestros convecinos abducidos por el catalanismo, se suman sus melonadas mastodónticas para ahondar un poco más en esa misma línea, en esas tergiversaciones delirantes. ¿Por qué los gurús de la tribu no iban a darle cancha a Bilbeny… si al frente de los fastos del tricentenario del 11-S, nuestras providentes autoridades han confeccionado un estremecedor ciclo de conferencias de gran calado, Espanya contra Catalunya, dirigido por un erudito de fama mundial, don Jaume Sobraqués, contertulio de La Portería, espacio futbolístico de BTV, y ex dirigente del PSC?



Agradecidos PSF por el colosal patanismo del señor Bilbeny, le proponemos nuevas líneas de investigación que, para su voraz apetito, son auténticas peritas en dulce. Entre ellas la catalanidad de cuna de Bonapart (Bonaparte) que no era corso, sino natural del municipio de Corçà. Y no queriendo rectificarle, sino apuntalar modestamente sus conclusiones, advertirle que el verdadero apellido de Servent (Cervantes) era Sirvent, fundador de un conocido emporio de la horchata de chufa, tan refrescante y lisonjera al paladar en estas fechas estivales.  

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 Jordi Bilbeny, historiador que asegura que Colón era catalán, Cervantes valenciano y que El Quijote y El Lazarillo de Tormes se escribieron originalmente en catalán; en un libro El dedo de Colón, presentado el 20 de abril de 2010 en Barcelona.

‘El seseo que se da como un rasgo lingüístico en todos los países americanos de habla española sólo puede provenir del hecho de que los primeros pobladores fueran catalanes y hablasen en catalán’.