domingo, 22 de diciembre de 2013

El Mas-hatma. Personaje patán nº XV



El karma, la tediosa rueda de las reencarnaciones, ha llevado a Artur Mas a la India. Mas ha sido Moisés, conduciendo al pueblo elegido en su travesía del desierto hacia el paraíso independentista en la Tierra, donde nos llevarán el desayuno a la cama y la afectación del cáncer, no es coña, se reducirá en un 5%. Mas separó las aguas del Mar Rojo, con el ejército del faraón pisándole los talones, tal como recogía la cartelería electoral que adornó farolas y vallas publicitarias para pasar de 62 diputados a 50, aunque el CEO, esa suerte de CIS aborigen, vaticinaba más de 70 quince días antes de los comicios.

Luego, al inaugurar el museo del Borne, convertido en sancta sanctórum del separatismo, le poseyó el espíritu de Martin Luther King en su lucha por los derechos civiles, emparentando con los abolicionistas del siglo XIX. Fue, digno y altivo, la reencarnación de uno de esos negros cimarrones de Alabama (con los que traficaban Güell, Xifré o el marqués de Comillas) que no bajan la mirada ante los capirotes siniestros y puntiagudos del Klan… mientras arde la cruz en la noche sureña. También ha sido en Israel un justo entre los hombres, más que Schindler o Sanz Briz. Tocado con la ritual kipá, depositó un papelito en el Muro de las Lamentaciones. Su deseo: que me toque la grossa de la lotería.cat… deseo que repetía en un bisbiseo como si fuera un versículo de la Torá al tiempo que rendía homenaje a las víctimas de la Shoá, el Holocausto. Y se trajo en la valija la copia de un manual para espías principiantes que el Mossad reparte a sus becarios y que será la piedra angular de la futura CIA catalana.

Pero en la India ha dado rienda suelta a toda su potencia espiritual. El viaje ha sido una revelación para Mas, en adelante, el Mas-hatma, pues la vida y obra de Gandhi es la luminaria que guía sus pasos en las tinieblas y la senda de la liberación, el shambala que le dirigirá al Shangri-La de la soberanía. Se pintó un tercer ojo en la frente, para escudriñar en el interior de los hombres, y entre levitaciones, asuras de yogui kundalini y meditación trascendental, om, om, om, se dio un baño lustral en el Ganges, que en casa trocará por el Besós o el Llobregat. Sin más pertenencia que un cacillo para su frugal dieta, unos granos de arroz hervido y unas hojas de betel, el santón Mas-hatma se cubre con una túnica humilísima y en ayunas habría de purgarse, como hacía el apóstol del pacifismo, su venerado maestro Gandhi, libando una buena dosis de orines. Hay quién dice que no serían los suyos, sino los de Junqueras, pero él, con esas mandíbulas como de Ken, el novio de la muñeca Barbie, tiene buenas tragaderas. Sospechamos que ese hábito extravagante le provocaría halitosis, pero eso le importa un bledo, pues mira adelante y persevera en su camino de perfección.

Nota.- Es la segunda vez que Mas comparece en este apartado, por lo que sus méritos para optar al honorífico galardón de patán del año están fuera de toda duda. 

domingo, 1 de diciembre de 2013

David cop de cup al cap Fernández - Personaje patán XIV



David Fernández, Fdez, pertenece a esa generación de batasunos catalanistas que echaron los dientes con el atentado de ETA en Hipercor. Entonces, tenía 13 añitos, era un mozalbete, pero en los debates del insti ya asombraba a profes y condiscípulos, largando, entre pausas enfáticas, que debemos implementar un diálogo constructivo para abordar el conflicto vascoo que la cerrazón del Estado opresor, ante las legítimas reivindicaciones de todo un pueblo, obliga a explorar vías de lucha distintas a las convencionales, u otras majaderías por el estilo.
  
Hay gente para la que achicharrar a docenas de personas, niños incluidos (víctimas colaterales del conflicto), llenando de explosivos el maletero de una furgoneta aparcada en unos almacenes para detonarla con un mando a distancia, es algo sublime. Tampoco meterle un tiro en la nuca a un concejal de pueblo, con las manos atadas a la espalda con alambre, es una bagatela. Proezas que, en determinados círculos, impermeables al dolor ajeno, revisten a sus autores de un aura de grandeza, del halo místico del combatiente, the mystic warrior… el último guerrero pintarrajeado de los apache-chirikawa que saluda, sobre una loma batida por el viento, el crepúsculo anaranjado. ¡Qué tíos…!

David, cop de cup al cap, Fdez, blande su sandalia y nos dice: no tengo más armamento que mi palabra, mis brazos desnudos y estas chanclas. Es tan modesto que ejerce la mayordomía como chófer de Otegui cuando el líder pro-etarra viene a Barcelona a conceder entrevistas a TV3, la tele que pagamos todos, y que le rinde cámaras como estandartes de un ejército derrotado. Lacayuno desempeño de Fdez que recuerda vagamente al de un desconocido terrorista del GRAPO, lo vimos en la tele, que al salir del trullo junto al sanguinario Troitiño, en aplicación de la traída y llevada sentencia de Estrasburgo sobre la doctrina Parot, consideró que no se le podía conceder más alto honor que el de mozo trascantón que carga los bultos del etarra aclamado por los suyos.

Le dice a Rato, nos veremos en el infierno… y añade, su infierno será nuestro paraíso, citando a Moravia… con lo que David Fdez considera que goza del don de la bilocación y que puede estar en el infierno para disfrutar como un voyeur babeante de los tormentos eternos a los que Rato será sometido, sin que se los inflijan a él gracias a un salvoconducto expedido por un diablillo menor de la burocracia satánica, al tiempo que tañe el arpa en el paraíso, sobre el mullido regazo de una nube. En su paraíso, por supuesto, las almas de las víctimas del atentado de Hipercor pican piedra en una cantera, con grilletes a los pies. Sus pies, en cambio, son ligeros y delicados, tanto como los de una geisha, o de una bailarina, y destilan el aroma del ámbar. La tragedia de Fdez es que, a pesar de su indumentaria y de sus modales, no es más osado ni más duro que el propio Mas, que siempre lleva corbata, los días que nuestro viajero presidente no se tiene por la reencarnación de Gandhi. Cap cop de peu de la cup al cap.