
No
insinuamos que Tardá sea un jabalí, que, bien mirado y ataviado con un
taparrabos de leopardo, encajaría de fábula como figurante en una peli de
trogloditas o de caníbales, pero de aventurar similitudes zoológicas esa
especie sería sin duda su tótem animal (como el león lo es de los jugadores del
Athletic de Bilbao) por lo que gusta el diputado de ERC de hozar a sus anchas
en el humus y por sus enérgicas embestidas contra todo lo que se menea que le
recuerde a España. Se trata de una prosopopeya inversa, un tropo del lenguaje.
Cuando decimos mi perrito está pensativo emitimos,
aún sin saberlo, una prosopopeya, pues proyectamos sobre la mascota una
conducta propia, con matices, de la especie humana e impropia de la suya. El
perrito no debería molestarse por esa humanización, ni Tardá por animalización
tan inofensiva, pues en el fondo es un recurso metafórico del discurso, como
metafórico, entendemos, fue su llamamiento en un incendiario mitin (incendiario
por las antorchas presentes) a asesinar
al Borbón.
Tardá
cultiva, ocasionalmente, su vis cómica,
por lo que es un sólido candidato a ingresar en este ya extenso listado de
patanes aborígenes. Prueba de ello fue el video que grabó junto a un diputado
pro-etarra atizándose tartazos mutuamente, como en una de esas pelis mudas del Gordo
y el Flaco, para burlarse de la
agresión que sufriera Yolanda Barcina, presidenta de Navarra, a cuenta del
trazado del AVE En ese gag de un
humorismo de trazo grueso, no muy elaborado, el partenaire de Tardá, el bilduta,
demostró que es capaz de manejarse en ámbitos de la oratoria distintos al del
tiro en la nuca para comunicarse con la humanal estirpe. Que Tardá se siente
más cómodo en semejante registro, el de la bufonada circense, no nos cabe duda,
y prefiere, suponemos, los tartazos a los tortazos y a las pistolas.
Con todo,
Tardá afirmó un día en una comisión parlamentaria que, según le habían dicho
reputados sociólogos, si no se atendían las reivindicaciones soberanistas de
una parte de la sociedad catalana, la
frustración podría generar incidentes violentos y verter ríos de sangre… No sabemos si Tardá se inventó a esos personajes
para dar credibilidad a su advertencia, o si por personaje interpuesto, los
expertos en cuestión, apuntaba una tesis propia, acaso una apuesta personal.
Que le gusta dar tartazos es evidente… pero cuando uno se obstina en incubar el
huevo de la serpiente, no se sabe nunca qué alimaña romperá la cáscara. Lo que
es seguro es que no traerá una tarta bajo el brazo.
Patanes sin fronteras se disculpa ante
TARDÀ: Nos disculpamos ante el señor
Tardá por la imperdonable tardanza en incluirle en esta sección cuando le
adornan sobrados méritos para haberlo hecho mucho antes y en lugar destacado,
sólo que nuestros limitados medios humanos y materiales lo han impedido… hay
tantos patanes en espera…