sábado, 5 de octubre de 2013

Albert Sánchez Piñol: Victus et patanicus Personaje patán X



Sánchez Piñol es el autor de la lectura estival de Mariano Rajoy. Hay quién ha mostrado sorpresa ante tan sensacional revelación, pues muchos daban por cosa cierta que el imperceptible presidente del gobierno de la nación se refugia de sus agotadoras tareas en las páginas del diario deportivo Marca y que de ahí no le sacan ni con aceite hirviendo.

El autor de Victus, la novela que ha extasiado a los así llamados soberanistas (que andan locos por llevarla a la gran pantalla), dice en una entrevista reciente que con la independencia, además de librarnos de la Monarquía, nos desharíamos de los corruptos de allá (entiéndase españoles) y que con los de acá, ya veríamos qué hacer… 

Se desprende, pues, de sus palabras, que hay que esperar a la proclamación de la independencia para meditar qué diantre hacer con los corruptos indígenas, que no son pocos precisamente. De modo que no tiene caso dirigirse a la Justicia en el momento presente, según Sánchez Piñol, y que la corrupción nativa puede campar por sus fueros, gozando de una suerte de estatus de impunidad, al menos temporal.

Cuesta trabajo tomarse en serio semejante gansada henchida de un patanismo desbordante, y uno piensa que Sánchez Piñol es, en realidad, uno de los personajes de sus novelas, y no de los más lúcidos.

Tampoco lo de la Monarquía en una Cataluña separada de España es capítulo cerrado. Cuando se discutía hace un año si Cataluña sería como Puerto Rico, esto es, un estado libre asociado, Mas no descartaba un pacto directo con la Corona del tipo Commenwealth. Las pampiroladas se han sucedido estos meses en cascada con la cadencia de tiro de una ametralladora.

Hay que recordar al señor Sánchez, Victus et patanicus, que los promotores del proceso al que se apunta entusiasmado (los Pujol, Mas, etc) son, precisamente, los corruptos de los que habla en futuro y con sospechosa y casi complaciente indefinición: ya se verá qué se hace con ellos. Y pretende vendernos la burra de que en ese paraíso independiente, donde la dulce leche de camella manará copiosamente de las fuentes, se les juzgará al fin… o no. Lo normal, cuando un líder dirige a un pueblo oprimido hacia la libertad, real o supuesta, es que la ciudadanía, agradecida, erija estatuas en su honor o le dedique calles y avenidas, y no que le lleve ante la Justicia, donde le esperaría… ¿Qué tal un juez amaestrado como el ex-fiscal Rodríguez Sol?

Los corruptos catalanes, por otra parte indultados a menudo por la Justicia española, tienen en Sánchez Piñol a su abogado defensor por excelencia. ¿Les inmortalizará en una novela épica como Victus? ¿Se titulará Patanicus?... Señor Sánchez (Piñol), usted lo ha acreditado sobradamente: literatura y patanería pueden, por qué no, ir de la mano.

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