
Por esa razón, PSF, conjurado contra los abusos doquiera se den, del lado
siempre de las personas sometidas en el ancho mundo, solicita ayuda a sus
patánicos amigos para recopilar información que ayude a interponer la
pertinente denuncia ante las autoridades. Nuestra misión, si Lluis Llach no lo
hace de motu proprio, acaso por el atroz
cautiverio que padece y por un comprensible temor a las represalias, consiste
en promover su rescate o liberación arrostrando toda suerte de peligros.
PSF ha sabido por fuentes dignas de todo crédito que el cantautor es
forzado a trabajar de sol a sol en unos viñedos del municipio de Porrera,
comarca del Priorato, probablemente en régimen de semiesclavitud, equiparable a
aquel de los siervos de la gleba, aherrojados al terruño y a los caprichos y diezmos
de los señores feudales, a los llamados mals
usatges de la antigua corona de Aragón. Cierto que las malas lenguas, con
fines intoxicadores, apuntan a que dicha plantación vinícola sería de su
propiedad.
Asimismo, sus desalmados explotadores, no contentos con semejante abuso,
obligan a Lluis Llach a realizar pesadas tareas de marinería en un velero
amarrado en el puerto de Barcelona, reducido al servil papel de grumetillo, tocado
con un gorrito de lana (el mismo que lució en el concierto llamado Per la Llibertat), que nos recuerda a esos barretos de uso común entre los
pescadores portugueses, véase a Spencer Tracy en la versión fílmica de la
novela de Kipling, Capitanes intrépidos.
Velero que navega, quizá rumbo a Itaca, desafiando procelosas travesías, mares
tempestuosos. Los malvados insinúan, cómo no, en vil y mendaz maniobra, que el
citado yate también es de su propiedad.
Necesitamos, pues, abundante material fotográfico de esos lúgubres
escenarios, de esas mazmorras a las que ha sido confinado el genial cantante en
condiciones infrahumanas, tanto de las tareas agrícolas que ejecuta con el
espinazo doblado, manejando rudimentarios aperos de labranza, o trastejando
entre la arboladura y velamen de la nao, para, con o sin su consentimiento,
denunciar estas prácticas esclavistas y llevar a los responsables ante los
tribunales para que sobre ellos recaiga todo el peso de la ley.
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