
Casi nos
convence en su día para abrir una cuenta corriente en el Banco de Sabadell… uy…
el espíritu ganador, la cultura del
esfuerzo… todo el spot en blanco
y negro, qué estilazo, compartiendo estudio, entre otros, con esa gran
repostera de las ondas que es Julia Otero. A sus graves y sesudos conocimientos
de Geopolítica, que harían palidecer al prusiano Clausewitz, hay que sumar,
pues, su doctorado en el enrevesado mundo de las grandes finanzas… lástima que
no nos avisara a tiempo del mayúsculo lío de las preferentes. Pero flaquea
Guardiola en Geografía al confundir burdamente los puntos cardinales…
incomprensible baldón en un espíritu como el suyo, de fuste renacentista, el hombre total, y un esteta, que ni
Oscar Wilde, del arte balompédico.
En efecto,
Guardiola, tras respaldar el proceso soberanista impulsado por nuestro Mesías
aborigen, Artur Mas (Arturo en las cuentas de Liechstenstein), aterrizó en
Alemania para entrenar al Bayern Munich. Quizá fue el cambio de aires, o que se
atizó la primera jarra de cerveza local, y eso que no celebraban aún la Oktoberfest … la cuestión es que se le desajustaron unas
cuantas conexiones cerebrales, y con esa voz queda, modulada como en un
susurro, anunció que procedía de un
pequeño país del norte… y claro, para un alemán, aún de la meridional
Baviera, el norte es la península de Jutlandia, esto es, Dinamarca, y de ahí
para arriba, el Círculo Polar Ártico.
Un patán
ataviado con traje de Armani no es menos patán que uno con fajín, “espardenyes” y barretina calada hasta
las cejas. Guardiola, antes de dibujar tácticas de ataque en el pizarrín para
adoctrinar a sus nuevos pupilos de vestuario, debería, como dicen los cursis, visionar, pertrechado con una brújula,
los episodios de Barrio Sésamo para
que Coco el Pupas le recuerde la
diferencia entre arriba (norte) y abajo (sur).