
Primero
acude a la metáfora de la solución final
con relación al delirante proceso soberanista emprendido por Mas, conductor (conducatore, término acuñado en su día
por Ceaucescu) del pueblo catalán en su travesía del desierto hacia la Tierra Prometida de la
independencia. Solución final: nos
imaginamos a Homs participando con voz y voto en la conferencia de Wansee, donde la jerarquía hitleriana
decidió el exterminio, con abracadabrantes métodos industriales, de todos los
judíos europeos. Días después, recula y enmascara los planes iniciales del
gobierno Mas para promover la clasificación de asociaciones y personas entre buenos y malos catalanes, en función de
su obediencia a las consignas del nacionalismo obligatorio, advirtiendo que no elaborarán una lista de Schindler a
trasladar a sus archivos, acaso inspirados en los de la GESTAPO.
Sin duda
Homs transita esa línea histórica del nacionalismo aborigen que bebe sus
fuentes en la facción fascistoide de Estat
Català, financiada en tiempos por Mussolini. Y que el catalanista proto-nazi
Peius Gener es uno de sus pensadores de cabecera. He aquí una perla
seleccionada del interfecto:
En España, en suma, la población puede
dividirse en dos razas. La aria (celta, grecolatina, goda), o sea del Ebro al
Pirineo; y la que ocupa del Ebro al Estrecho, que, en su mayor parte, no es
aria sino semita, presemita y aun mongólico-gitana.
Quedamos a
la espera de nuevas gansadas del gauleiter
Quico Homs metido de hoz y coz en un bucle temporal al copo de vagones de tren
para ganado, guetos, altas chimeneas, negras y pestilentes humaredas, y
batallones en compacta formación con sus gallardetes y cascos de acero. Aunque
él es más de atriles, micrófonos e insignias en la solapa de la chaqueta, como
el ministro de propaganda Goebbels, que de guerreras y botas de caña alta.